En nuestro país vivimos
escuchando reclamaciones de personas exigiendo justicia, ya sea individualmente
o unidas en grupos apoyándose por la misma razón búsqueda de justicia.
Diariamente vivimos manifestaciones, muchas veces no entendemos el porqué de
ellas, incluso hasta nos molestamos al ver que realizan acciones como
obstaculizar la vialidad por la que circulamos, o por el bombardeo de cierta
información en redes sociales, la realidad es que no somos empáticos con la
situación o causa, hasta que no nos toca también ser víctimas, ahí si somos
personas en reclamo de justicia.
Ahora son miles de mexicanos los que han
resultado víctimas, y no solo como resultado del hecho delictivo, sino también
por los otros victimizadores, los que deberían ser los encargados de procurar
la justicia[1]
pero que al parecer no responden a las necesidades de las personas, la
desconfianza es la única vencedora en esta guerra, los ciudadanos no confían en
las instituciones y las instituciones no confían en los ciudadanos.
Las
malas prácticas en el sistema de procuración de justicia nos conducen a un Estado
fallido, sino es que ya estamos. La única justicia que se práctica, es la
justicia de los poderosos, del sector privilegiado, con relaciones y dinero se
mueve todo el sistema, los demás, podemos seguir formamos en espera de la
añorada justicia.
Uno de los principios que filosóficamente
han caracterizado a la justicia es la igualdad, pero parece ser que en nuestro país
la igualdad es utópica, y está utopía la vemos reflejada en los aconteceres
diarios, movilizaciones extraordinarias por el asesinato del hijo de un político,
mientras que por el asesinato del hijo del vecino no hay respuesta. Acaso no
valemos igual como personas…pues la práctica refleja que no somos iguales
frente al acceso a la justicia, así que no valemos lo mismo para el sistema.
La justicia se compra y se vende, y si
tienes relaciones te la dan en oferta, los pobres sin relaciones
lamentablemente nos jodemos. México no puede seguir en este nivel, muchos han
sido los gritos para despertar al país, la mayoría los ignoramos. Considero que
una de las alternativas para salir del pozo profundo de desigualdad frente a la
exigencia de justicia y que las
autoridades respondan como deben hacerlo, es usando la empatía como herramienta
de cambio.
No hay que ignorar a aquel que reclama
justicia, más tarde cualquiera puede estar en sus zapatos, desde cualquier
ciudadano común, hasta aquel que forma parte de las instituciones procuradoras
de justicia, o del sector privilegiado. Somos un país, y directa o
indirectamente necesitamos unos de los otros y los otros de los unos, y México necesita
de todos.
[1] Entendiendo ésta en el
sentido de justicia legal, aquella con la cual deben responder los organismos
procuradores de justicia, según lo establecido por los ordenamientos.
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