martes, 25 de septiembre de 2012

El niño del narco (Ensayo filosófico)


      En aquel amanecer del día 28 de octubre de 1973, abrió los ojos a su mundo el pequeño José, entre la maleza de los campos verdes en sierra su madre dio a Luz. No hubo partera mucho menos médico para recibirlo, sólo la fuerza y fortaleza de su madre tras sus tres partos anteriores.

     Alejado de las grandes ciudades y poblados, José creció sus primeros años de vida, divirtiéndose con sus hermanos en sus recorridos entre la sierra y construyendo sus juguetes con cualquier material encontrara. En su actividad diaria no existe el pre-escolar, ni la escuela.


      Al cumplir ocho años de edad, su momento ha llegado, es hora de acompañar a su padre y hermanos al trabajar el campo, ahora, José se siente un niño útil, está alegre, estará con su padre todo el día. Al llegar a la zona de cultivos, su padre lo presenta con el Jefe, un hombre respetado por todos entre los pocos y distantes habitantes en la sierra. El jefe, hace el encargo a José de cuidar de las plantas al igual que lo hacían otros niños, José se siente enorgullecido de aquella actividad, ahora, se siente parte de un grupo.

     Cada mañana al salir el primer rayo de sol de entre la sierra, el pequeño José despierta y se dirige a los cultivos a trabajar como cada día. Él aprende mucho de su actividad, era entre agricultor y floriculturista, disfrutaba su labor, el crecer de las plantas, mientras veía como su padre cubría otros deberes.

    Un día todo fue diferente, nunca antes se había preguntado porque su padre y otros hombres del cultivo traían armas, si ellos solo cuidaban las plantas, pero esta vez hubo algo que despertó su inquietud, así que preguntó a su padre, ­¿Papá, porqué usan armas? el padre respondió, -José tenemos que vigilar y proteger el cultivo a costa de todo, porque de eso depende que tengamos para comer, el jefe ha confiado en nosotros para este trabajo e igual debemos respetarlo y obedecerlo, no permitiremos entonces que nadie se interponga con lo que hacemos, porque nadie más vendrá a ofrecernos trabajo, darnos oportunidades ni alimento para sobrevivir.

      Con la respuesta de su padre, José entendió entonces que su actividad cuidando las plantas seria el valor más importante en su vida, que no importaba nada más, esa era la enseñanza de su padre.

     Años más tarde José adquirió mayores responsabilidades en el grupo, aprendió a sembrar, cosechar y preparar el producto para su transportación. Para este entonces, José ya había escuchado que lo que su actividad era algo que iba contra las leyes del hombre de ciudad, sin embargo, para él, era una actividad normal, era parte de su vida, y no se imaginaba y no tenía la oportunidad de dedicarse a otra cosa.

     José vio a su padre y hermanos, al igual que otros miembros del grupo temerosos, ansiosos por el devenir. Un día sucedió lo inesperado, intempestivamente entro aquel ejercito de hombres con armas y máquinas de fuego quemando todos sus cultivos, inicio la guerra, gritaban algunos, disparando sus armas sin saber a qué le daban, mientras otros huían entre la sierra en busca de sus familiares.

      José en medio del caos quedo perplejo, estas imágenes y sonidos ahora nunca saldrían de su cabeza, al final de todo el estruendo, José regreso y encontró a su padre y hermanos sin vida alguna, su grito de dolor invadió toda la sierra, con ello su madre imagino lo que había sucedido. Con poca fuerza física pero un sentimiento inmenso de odio en su cuerpo, José enterró a su padre y hermanos, la sierra ahora para él, era un campo sin vida.

      Después de esto, José se pregunto a si mismo… ¿Por qué nos arrebatan nuestro cultivo? ¿Por qué matar a mi familia? ¿Es justo que alguien me arrebate así mi vida?

      Hasta este momento, José nunca antes se había preguntado sobre la Justicia, quizá para él eso no existía, todo se trataba de hechos de la vida. Pero el sentimiento de odio que sentía contra aquel ejército de hombres le hizo despertar nuevos sentimientos, entre ellos, la búsqueda de venganza, que para él ahora significaba lo mismo que hacer justicia.

      José (se dice a sí mismo)…no sé si era justo o no pero naci en ésta sierra, la naturaleza me hizo tener un oficio, no conocí escuela, no tuve más oportunidades, ahora, el hombre de ciudad me quita injustamente mi actividad, y me deja sin padre y hermanos, la justicia de los hombres no es mi justicia.

      A partir de este momento, José decidió seguir trabajando en la sierra, como nunca antes, sabía que los hombres del ejército regresarían algún día, estaría preparado para recibirlos, y haría que su propia justicia estuviera por encima de la justicia del hombre de ciudad. Entonces, al regreso del ejercito, José los soborno poniéndolos a sus órdenes, desde ese momento el hombre de ciudad, nunca más ha podido recuperar su imagen de justo, ahora es otra la justicia del que manda, esa es la venganza de José, en su búsqueda de justicia, proveniente de un sentimiento de odio y alejada del amor…un día en la sierra.

Reflexión personal
    No sé si llamar al texto anterior ensayo filosófico, probablemente solo pueda llamarlo historia ficticia libre, pero considero que cubre con la finalidad de explicar que el concepto de justicia es tan complejo y que podemos entenderlo desde diferentes enfoques. Mi idea al escribir este texto que denomine “El niño del narco”, ha sido la de exponer que las circunstancias en las que crecemos también forman nuestro concepto justicia, lo justo y lo injusto lo basamos en lo que conocemos, en lo que tenemos, en lo que deseamos. Si vivimos en un mundo de circunstancias de desigualdad, hay que entender que lo que es justo o injusto para una persona no es lo mismo que para otra, si queremos hacer que la justicia funcione por lo menos en un plano de justicia social, entonces hay que facilitar las condiciones de igualdad.


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