Generalmente, las personas nos sentimos los
seres protagónicos de la vida, los dueños del mundo y los únicos capaces de
poseer información como seres “racionales” que decimos ser. Sin embargo, la
vida debe darse en un equilibrio, entre los seres sintientes que conformamos
nuestro mundo, nuestro hogar llamado “Tierra”.
Podemos llamar seres sintientes a las plantas, los animales y las
personas. A lo largo de la historia de la humanidad, las personas hemos
sido los seres sintientes más destructivos del planeta, en el afán de crear un
falso mundo de desarrollo y consumismo, donde el valor más importante es el
dinero.
En nuestro protagonismo, hemos olvidado o ignorado que necesitamos de los
otros seres sintientes (plantas y animales) para conservar un equilibrio
perfecto de la vida. Incluso, solo nos hemos preocupado por crear ese discurso
de garantizar nuestros derechos humanos, sin preocuparnos por tutelar la
protección de plantas y animales. A nosotras las personas como sujetos de
Derechos, nos corresponde la labor crear proyectos garantistas de protección a
plantas y animales.
Probablemente, también muchos
podemos considerar la idea de que animales y plantas no pueden tener derechos,
sin embargo, si el derecho funciona como un mecanismo de control social, entonces
es nuestra obligación proteger a éstos seres sintientes de las arbitrariedades
que realizamos las personas.
El problema, no somos capaces de garantizar el cumplimiento de nuestros propios
derechos humanos, somos egoístas, dominantes y estamos en constante lucha
por el poder, entonces, como podremos proteger a plantas y animales. Nuestras
pretensiones lamentablemente no van encaminadas a buscar un equilibrio.
Probablemente, no tenga un
argumento fuerte para decir que plantas y animales como seres sintientes tienen
derechos, a pesar de esto, si puedo decir que es nuestra obligación ética protegerlos
de nuestras acciones, ya que de no hacerlo las consecuencias conllevarían a
nuestra propia destrucción.
El respeto hacia todos los seres sintientes, debe ser uno de los valores
principales que debemos fomentar en camino a la construcción de un hogar equilibrado.

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